«Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?

Sin intención alguna de criticar las creencias ideales del celebrante de la Santa Misa en la que también yo participé esta mañana del domingo 31 de julio de 2022 -no digo dónde se celebró y quién fue el oficiante- me pareció que en su homilía el quiso dar a este pasaje evangélico una interpretación con un vago olor a crítica política, es decir, con una velada acusación contra el 'sistema
 La idea que algunos tienen del capitalista (1)'.
Disertando sobre el sistema y sobre el 'capitalismo', parece querer atribuir a un determinado sistema económico la actitud insensata y egoísta -como la describe Jesús- del pobre de espíritu de que hoy nos habla san Lucas.
Lejos de mí criticar las ideas de alguien, pero en la homilía implícitamente hubo una crítica al sistema que ha existido entre los hombres desde los tiempos más remotos.
Después de todo, Jesús nunca criticó la organización del Imperio Romano de su tiempo, ni me parece que jamás habló de política y de "sistema", pero su enseñanza está dirigida a cada uno de nosotros, al individuo.
Deduzco que la conducta obtusa de algunos no radica en el "sistema", porque en cualquier sistema político o administrativo se dan situaciones más o menos eficientes, similares o análogas, como lo demuestra la historia humana.
Lo que cuenta es la persona, su moralidad, su conciencia, en particular su comportamiento hacia los demás. El conjunto de personas honestas es por lo tanto lo que dirige una sociedad, cualquiera que sea el 'sistema'

Sin duda alguna, todavía hoy se encuentran personas de mente estrecha, desprovistas de conciencia moral como este estúpido personaje que, ante la suerte que le ha tocado, sólo puede pensar

«... Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida'.»

Ni siquiera quiero comentar que el hombre de la parábola es tan impasible que no se da cuenta de su propia fragilidad, que puede morir en cualquier momento, como todos los que habitamos esta tierra.
El problema es individual, es decir, está en la persona y en su sentido moral, en la actitud ante la riqueza, es decir, en la posesión de un algo al que le damos una importancia excesiva y al que ni siquiera sabemos cómo prescindir, ignorando al resto del mundo.

« Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas.»

Parece claro que para una persona íntegra y dotada de conciencia moral, el apego a los bienes materiales -salvo que se encuentre en estado de absoluta necesidad- no depende de lo que posee. Para algunas personas dotadas de humanidad, la generosidad hacia los demás no depende de que se tengan más o menos los medios.
Ni siquiera puedo pensar que la aplicación de un sistema político-administrativo pueda prevenir este tipo de comportamiento o comportamientos similares, cuando estoy convencido de que lo que los hace menos frecuentes es la religiosidad generalizada y la correcta formación de la moral de las personas y familias, que son los fundamentos fundacionales de cualquiera sociedad.
Recomiendo, por tanto, una oración asidua que pida a Dios que nos conceda la capacidad de comprender el verdadero sentido de nuestra vida y, sobre todo, que nos conceda el don de la fe, que es el único que puede darnos a cada uno de nosotros un consejo y una guía para no ser ciego y egoísta como ese personaje de la parábola..

« Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas.»

También me gustaría agregar que la palabra avaricia también es codicia tiene varios sentidos