Evangelio según San
Mateo 4,25.5,1-12
Cómo ser o llegar a ser seguidor de Jesucristo en el mundo y en tu situación

«Felices los que tienen alma de pobres .......................
 Felices los pacientes .......................................
 Felices los afligidos .......................................
 Felices los que tienen hambre y sed de justicia .............
 Felices los misericordiosos .................................
 Felices los que tienen el corazón puro ......................
 Felices los que trabajan por la paz .........................
 Felices los que son perseguidos por practicar la justicia....
 Felices ustedes ....... cuando se los calumnie ..............
 a causa de mí».

Stefano Pelloni
  ¡Sin miedo! la misericordia de jesus
    es infinita

Aquellos de nosotros que, como los discípulos de entonces, no entendíamos quién es realmente Nuestro Señor, probablemente temblarían de rodillas ante la perspectiva del compromiso que creen necesario para seguir todas las enseñanzas del Maestro.
O alguien más, aunque animado de buenas intenciones, diría que Jesús está pidiendo demasiado; entonces diría que realmente no se puede ser sus amigos y realmente amarlo:

«No soy un héroe» -diría esta persona- «ni soy un santo, tengo la carga de problemas y preocupaciones de todo tipo ... cada día lucho y lucho entre los obstáculos y los deberes más diversos. ¿Cómo puedo agregar más?»

¡INCORRECTO! Ser amigos de Jesús y amarlo es fácil, nos llevará poco tiempo, pero al cabo también nos ayudará en la vida ordinaria, la de cada dia.
Basta con atenderlo. Lo que le dediquemos valdrá la pena. Hagamos una cita con Él y hablemos con Él en silencio unos minutos contándole lo nuestro, leamos un pasaje del Evangelio todos los días, pongámonos en espíritu a su lado y tratemos de entender lo que quiere decirnos.
Si encontramos un pasaje más difícil de entender y aparentemente contradictorio con otros pasajes de las Escrituras, no nos avergüencemos de pedirle a alguna persona preparada que nos dé su opinión y nos la explique.
Lo que Jesús nos enseña es relatado por los discípulos amados y, por lo tanto, debe leerse en el momento histórico y en el entorno de ese tiempo, actualizado a las personas y circunstancias de hoy.
Así que necesitamos estudiar, si es posible, para entenderlo mejor.

Tal vez no nos convirtamos en santos del altar-en lo que a mí respecta, creo que me conozco a mí mismo, y estoy realmente seguro de que no- pero tal vez gradualmente se vuelve natural escuchar más a su próximo y menos a nosotros mismos, y también comportarse como cristianos en las más diversas situaciones de la vida real.
Sin tampoco darse cuenta VIVIREMOS EN ARMONÍA con lo que Jesús enseña en el Sermón de la Montaña. E incluso quien como yo NO sea un consagrado, podrá comportarse siempre - o casi siempre - como un fiel laico, con justicia y sin tener que renunciar a las prerrogativas de la familia y también las suyas.
No estamos libres de errores y podemos cometerne muchos. Sin embargo, nos basta con examinar la conciencia al final de cada día y comprender si estuvo algo mal, dónde y cómo.

Sobre todo, una cosa ES MUY importante: AUNQUE SIN CUALQUIER OBSTENTACIÓN Y DE MANERA NATURAL, EN LA OPORTUNIDAD, NUNCA AVERGÜENZAMONOS (º) DE HACER VER QUE SOMOS AMIGOS DE JESÚS, QUE SOMOS CRISTIANOS. INCLUSO A COSTO DE QUE SE BURLEN DE TI (me ha pasado más de una vez, y siempre he rezado amablemente por los que lo hicieron).

(º) si no nos revelamos en determinados casos en los que -por ejemplo, si vamos a trabajar a determinados países- para hacerlo podemos concretamente arriesgarnos incluso a perder la vida, Jesús que ve en nuestro secreto nos comprenderá si no lo hacemos, ya que somos laicos. Quizás nos perdonaría incluso si lo negaríamos abiertamente, ¡pero nunca deberíamor hacerlo realmente!


Evangelio según San Mateo 4,25.5,1-12.

Seguían a Jesús grandes multitudes, que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a Él.
Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
"Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron."

 

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.