La MEDITACIÓN CRISTIANA
 Oración personál, colóquio silente con tu Padre Dios

En lo común, la meditación es una práctica personal de concentrar la mente en objetos, imágenes, pensamientos (o cualquier objeto). A pesar de que pueden ser saludables para el cuerpo, no tratamos aquí acerca de métodos o filosofías útiles para lograr condiciones físicas particulares o utilizados para retirarse del mundo, con el objetivo de básicamente ignorar el exterior. La Meditación de la que estamos hablando es para nosotros algo más, porque es la silenciosa oración personal con la que la persona de Fe llega a comunicarse directamente con Dios.

La meditación cristiana, para muchos incomprensibles por su carácter de oración personal y de conversación directa, es una respuesta amorosa al amor de Dios, es un crecimiento espiritual que nos permite entonces actuar y mejorar en relación con el mundo y el prójimo, para aliviar al dolor, para ayudar en las necesidades, para empujar al progreso en la fe. Para que, a su vez, todos puedan reconocer y amar a Dios y practicar la caridad y la virtud. La meditación es aprendida en silencio delante del Tabernáculo, donde está el Santísimo Sacramento Jesucristo que nos hace sentir más de su presencia, y esto generalmente hace más fácil concentrarse y pensar en él.
Para aquellos que comenzaron la práctica de la meditación, así como estar cerca de Jesús en el Santísimo Sacramento, el silencio circundante es esencial para poder sentir Su presencia.

REQUISITOS

Conozco a personas que carecían de los fundamentos de la doctrina, pero poniéndose en silencio ante el tabernáculo para pedir una respuesta a sus dudas existenciales han recibido inesperadamente el don de la Fe y han cambiado radicalmente su modo de vida. Pero por lo general para llegar a hacer una buena meditación son necesarias las virtudes humanas anteriores:

Sabiduría humana: se debe tener el conocimiento de lo que quiere hacer y el objeto, es decir, se deben estudiar y conocer los fundamentos de la doctrina.

Fortaleza: hay que ser paciente y no desanimarse, tener el coraje de seguir orando incluso si uno se siente seco y vacío y la duda se atasca porque las respuestas no vienen inmediatamente, o muchas veces no.
La oración mental no es una simple rutina, ni debe ser interpretada como una obligación, pero es una necesidad.

Templancia: el hábito de no exceder en nada, lo cual favorece a ignorar los estímulos externos, para obtener una disposición favorable.

Y entonces uno debe haber recibido de Dios el don de la fe consciente y firme, y trabajar para no perderla.

MÉTODOS

Hay un libro de Eugene Boylan titulado "Dificultades en la oración mental" que se puede utilizar para aprender a orar, ya que aborda de manera comprensiva aquellas dificultades que pueden surgir al preparar y hacer la oración personal.
De todos modos, siempre es bueno estar ante el Señor con un libro espiritual que nos dé algunas ideas, decirle hola, sentarse y hablar sobre nuestros problemas y necesidades, sobre lo que es más interesante para nuestra vida espiritual y material , Para nosotros y para nuestra familia.

Recordemos, sin embargo: a) que los caminos de Dios no suelen ser kos nuestros b) Es inútil esperar que Él resuelva por nosotros lo que podemos hacer nosotros mismos. C) la intención correcta es esencial para orar bien.


Lino Bertuzzi