En abril del '95 el aeropuerto parecía una antigua estación de autobuses e incluso Cantón parecía ser el cuarto mundo.
El residente Salvio Mercurio y la encargada de la Universidad me recibieron y me llevaron al hotel donde tuve una habitación reservada. No había dormido durante el viaje y estaba realmente muy sediento.
Después de aprender a tomar el té en ebullición quemando mi lengua, caí como electrocutado en la cama.
El día después Salvio vino a buscarme para almorzar juntos. Incluso me propuso dividir los gastos de su apartamiento, y acepté de buen grado. (Esperen a ver las diapositivas)